El monopsonio del estado (de brujas y el gremio de alquimistas)
Texto transitivo entre la entrega #1 y la entrega #2 - parte I
Este texto es una bisagra entre la entrega #1 y la entrega #2.
Tal vez nunca hayas oído hablar del monopsonio: es una estructura de relaciones económicas en la que hay un solo comprador y varios vendedores. Imaginate que sos un productor de granos en un país donde hay sólo un comprador mayorista e intermediario de granos, y al mismo tiempo tenés varios productores de grano compitiendo con vos ¿quién elige el precio y al vendedor?
La única manera de ser rentable es convencer al comprador de que tus granos son los mejores; que son esenciales. Y como sabemos (lo veremos más abajo) el precio no es lo único que influye en las decisiones del mercado; la gente paga demás por calidad pero también por el estatus de una marca ¿Y si pudieras convencer a los compradores finales de que el pan hecho con tus granos es la única manera de superar crisis sociales, éticas y económicas; aunque el costo no sea el mejor para el intermediario (y por ende, también más costoso para el consumidor final)?
El nombre más apropiado para el sistema político moderno debiera ser etnoherejía y no democracia (más que poder del pueblo, es el elegir de la nación). La famosa concepción “como la mayoría de la gente es ignorante, por ende el sistema democrático no funciona” no es una acertada, al menos no del todo. La realidad es que el cuerpo elector no tiene poder alguno sobre la administración de los órganos del estado ¿Qué es lo que quiero decir?
Suponete que contratás a un albañil. El albañil dispone de unas herramientas y de unos conocimientos técnicos que vos no. El trabajo del albañil es construir una habitación y tu parte en la transacción financiera es dar el visto bueno o no. Esto es muy distinto a que vos construyeses por tu propia cuenta, esto último tiene dos ventajas: total libertad creativa y ahorro en la mano de obra. Tiene sus desventajas: gastás tiempo personal que podrías utilizar en tu propio trabajo (sin mencionar que tendrías que comprar herramientas a las que poco uso les darás) y corrés el riesgo de hacer una mala labor, derrochando mucho dinero en materia prima malgastada debido a la ineptitud de tu técnica.
Así que contratás a un albañil para que realice la labor por vos. Hay ciertos tipos de labor en los que no te podés dar el lujo de “bueno, esta vez salió mal; la próxima no lo contrato” porque si se te cae la habitación, tal vez no puedas recuperar la materia prima invertida; y si se te cae mientras estés adentro… cómo te asegurarías de que el albañil que contratares será competente?
La diferencia esencial entre los gremios modernos y pasados.
En la edad media solucionaron esto por medio de los gremios (no confundir con la monstruosidad de los gremios en el sistema liberal), que ofrecían una matrícula a los trabajadores aprobados, a cambio de un tributo para mantener las tareas administrativas de la organización.
Así por ejemplo, para entrar a un gremio de artesanos, en tanto que fueras aprendiz y no tuvieras licencia para ejercer, el miembro nuevo no debía pagar cuota alguna, pero para poder trabajar se debía pagar una matrícula; que en las zonas más pobladas era muchas veces exorbitante el costo, generando así un monopolio (pues era la única organización a la que se le podía comprar la matrícula). Lo que sí, la calidad del trabajo de los artesanos matriculados era altísima (pues, a diferencia de los gremios modernos, los salarios no eran una negociación entre el gremio y el estado, sino entre los propios miembros del gremio; y su capacidad de cobrar y fijar precios no dependía de convencer poder político alguno, sino de la capacidad del mercado para pagar y de lo apetitoso de su labor en cuanto oferta).
Iglesia Orsanmichele, construida por las hermandades de albañiles y de escultores de Florencia en el SXIV.
En cierto sentido, los gremios antiguos eran más cercanos a una mezcla de los círculos (dando capacitación y matrícula a sus miembros), los órganos regulatorios (realizando control de calidad, y estableciendo tarifas mínimas y máximas) y la seguridad social (a través de impuestos y cajas de pensiones), que a los gremios modernos o que los sindicatos (cuya labor principal es cortar calles, hacer huelgas y tranzar con el estado). Aquí surge un problema: el ser trabajador particular se vuelve imposible, o cuesta arriba al menos; las condiciones entre consumidor y proveedor devienen altamente reguladas.
Volvamos al ejemplo del albañil. Hace una mala labor o te cobra demasiado caro ¿qué hacés, si es un albañil matriculado? No podés ir a quejarte con el gremio porque “es un miembro matriculado”, y por supuesto, los miembros del gremio están interesados en proteger a los suyos y otros gremios locales; los precios son iguales con todos los albañiles, así que él no debería por qué tener un gran incentivo para esforzarse en su labor ¿Entonces, cómo en la edad media el trabajo de los artesanos hacía para mantener la calidad? Fácil, no había un solo albañil; los albañiles competían entre ellos; en el mercado medieval no se competía según la diferencia de precios, sino por el volumen de trabajo a causa de la demanda. Muy distinto al presente, donde muchos productos y servicios de mala calidad siguen a flote debido a su precio, más barato que el de otras opciones ocupando el mismo espacio en el mercado.
Eran sociedades pequeñas, así que un mal albañil en poco tiempo habría hecho su mala reputación, quedándose sin clientes y por ende sin poder pagar la cuota de su matrícula. Esto tenía sus ventajas, un artesano diestro y con licencia de maestro con gran volumen de trabajo podía volverse rico, pero no demasiado como para crear un monopolio. Un artesano de bajo rango tenía asegurada una tarifa mínima, y si la situación de sus colegas era buena, es decir con gran demanda y por ende con menos mano de obra en el mercado, habría tenido con seguridad algún trabajo esperándole. Este modelo sigue funcionando parcialmente hoy en día, desde cómo operan los taxis y remises hasta las matrículas de un círculo médico.
Obvio que hoy en día la calidad también entra en juego; es lo que le permite al trabajo esclavo en China llegar a los anaqueles de Argentina, y lo que hace que Apple sea una de las empresas más rentables, a pesar de que su relación de utilidad-precio no concuerde con otros productos como los de Lenovo o Samsung, porque es un símbolo de estatus más que nada.
El problema es el siguiente: cuando comprás unos auriculares chinos esperás con seguridad que tengan un sonido muy malo y que posiblemente se te rompan antes de que su tiempo de uso haya recuperado el valor total invertido (si compraste unos auriculares chinos a $700 y se te rompen en dos meses, son $350 por mes; unos alemanes a $5000 te duran dos años, son $208 por mes y con una calidad de sonido muy superior) ¿Vos ves más gente con auriculares alemanes de $5000 o con auriculares chinos de $700? En el libre mercado, el control de calidad depende de cada empresa; cada una tiene sus propios estándares. Pero esto no molesta, porque son decisiones libres del consumidor.
Ahora, la pregunta es la siguiente: ¿Cada estado es un albañil individual o es un gremio? Alguno tiene que ser, pues el estado ejerce un monopsonio (y un monopolio, legal y del poder coercitivo). El estado es básicamente un monopsonio comprador de servicios (licitación de obras públicas, por ej.) e ideas (feminismo institucional, por ej.). Pero ¿por qué el estado no puede mantener la calidad, como sí lo hicieron los gremios? Porque los gremios eran un monopolio en tanto para sus miembros, no para la sociedad civil. Si bien pudiera parecer que el equivalente a contratar artesanos con una tarifa fija sea el elegir políticos con un sueldo fijo, la realidad es que no es así.
Lo que ocurre en la democracia es que solamente elegimos a los administradores del gremio, no a quienes realizan las tareas del estado, el trabajo en sí (ya esto se ve desde el momento en que el presidente elige a los ministros de su gabinete hasta los cientos de miles o millones de trabajadores en el estado que no son electos, y que al ser tratados como trabajadores comunes, suelen perdurar en sus posiciones a través de los distintos gobiernos). Dicho de otra manera: el gremio organiza al trabajo ajeno; el estado organiza su propio trabajo.
¿Cómo se realiza el control de calidad? “el sufragio”. No. Hacé de cuenta que tenés un hijo, y pagás a un profesor para que le enseñe música. Vos elegís al profesor, pero es el profesor de música quien realiza el control de la calidad en la técnica e interpretación que hace tu hijo. Suponete que querés que tu hijo aprenda música clásica, y entonces empezás a buscar profesores, y te encontrás con que sólo hay profesores de cumbia villera o de trap. Vas al conservatorio de la ciudad y te dicen “pasa dos cosas, Sr. Hetero Patriarcal; la primera, es que la música clásica representa un periodo opresivo de la historia, la segunda es que el trap y la cumbia villera es la música favorita de los jóvenes, e ir en contra de esto es ir en contra de la mayoría”. Por supuesto, podés siempre contratar a un músico ajeno a los círculos académicos musicales; pero como no tiene título, no le podés pagar en blanco, y supongamos que sos alguien obligado a contratar a gente con título profesional; que pertenezca sí o sí al círculo académico de la música.
Ahora imaginate que sos el estado, y tenés que ubicar a gente en tus ministerios. Obvio que tenés que contratar a profesionales ¿Te imaginás el escándalo si tu ministro de educación no fuese alguien con un doctorado al menos, o peor aún, un padre enojado sin título? Tenés que contratar del círculo académico.
Suponete que estés del otro lado, viene el gobierno y te dice “necesitamos sí o sí gente que nos ayude a gobernar”. TODAS LAS CIENCIAS SOCIALES SON CIENCIAS DE GOBERNANCIA, ESTUDIOS SOBRE LAS ESTRUCTURAS PÚBLICAS.
La cosa cambia para el académico. Ahora no es sólo alguien que se gana la vida dando clases en un sistema educativo donde es un empleado más del estado, ahora su área académica es fundamental en la constitución para el plan del gobierno: le estás dando poder, y si el académico puede convencer al gobierno de que su tarea es fundamental y esencial, más que la de otros individuos o grupos en la misma área (quienes serán elegidos para ser parte del gobierno) va a recibir más fondos y crédito público.
Suponete los siguientes dos ejemplos, Pepito y Mengano son dos doctores en sociología que investigan para el CONICET y que enseñan en la UBA; los viene a buscar el gobierno:
Pepito dice: Nah, la sociedad está bien como está. El gobierno no necesita de sociólogos, yo lo soy por placer, no me interesa el poder político ni ganar más dinero. Dejá que la gente actúe y piense como quiera (música clásica).
Mengano dice: Es imprescindible que abras un nuevo ministerio con billones destinados a su presupuesto, donde vos nos contrates, a mí y a todos mis colegas, porque hay una situación de injusticia social ¿vos estás en contra de la injusticia social no? supongo que no querrías que los votantes piensen que estás a favor de la injusticia social, porque nosotros, siendo la academia, inculcamos en el público que quienes no actúan en favor nuestro están a favor de la injusticia social; millones de votantes van a celebrar tu progreso de derechos. Vas a poder mover billones de pesos en la caja pública, poner a gente de tu partido en los lugares que nosotros —los académicos— no estemos en tal ministerio. Vas a generar trabajo, vas a expandir tu fórmula política y vas a poder influir la opinión pública de una nueva manera (cumbia villera y trap).
¿Cuál de los dos creés que va a ser contratado por el estado, es decir, que va a recibir poder del estado? ¿Ahora entendés por qué el gobierno argentino destinó 3,4% de su PBI al ministerio de la locura?
Y ése es el gran problema en la relación entre los estados y los círculos académicos, porque quien vuelve a todo el sistema corruptible es la propia naturaleza de la relación entre quienes deben hacer el control de calidad (la academia, al estar incentivada a exagerar su importancia para la sociedad, para así recibir más dinero y poder, no le importa la calidad, sino convencer al estado de que le transfiera fondos y que le dé poder) y los que deben ser controlados (los gobiernos, administradores del estado). Porque, como vimos en la entrega #1, les sirve elegir como controladores de calidad y diseñadores de políticas a quienes sean más fatalistas y extremistas, para así obtener más poder sobre la población.
Es lo mismo con las empresas. Las empresas se aprovechan del estar en contra del racismo y a favor de las fronteras abiertas por la mano de obra barata del tercer mundo y así que no tener que los subir los sueldos o afrontar a largo plazo la caída en las tasas de natalidad por debajo del mínimo de repoblación, que si no fuera por los inmigrantes, haría colapsar al mercado del primer mundo, en tanto que esté como está configurado actualmente.
Y muchas veces, estas políticas son abrazadas por quienes votan a los administradores del gremio por el mero prestigio que tienen tales políticas, más allá de su costo y de la calidad en sí de tales programas estatales.
Volviendo al ejemplo del gremio. Tenés el gremio, pero el gremio ya no obtiene el dinero para seguir funcionando de las cuotas de membresía de los albañiles, sino de la gente común que es obligada a pagar por sus sueldos y por los costos administrativos. Es el gremio quien decide cuándo y a dónde y a quién mandar sus albañiles. Y por último, no son los propios albañiles quienes deciden el control de calidad de su trabajo ni tampoco el gremio de albañiles, sino el gremio de alquimistas que por algún motivo piensa que es más importante destruir a la iglesia, colocar a brujas en posiciones de poder y ofrecer a bebés en sacrificio al Diablo, que construir buenas casas.
¿De qué te sirve votar a otros administradores del gremio de albañiles, si el gremio de alquimistas, por la propia constitución de la ciudad, es quien realiza el control de calidad y quien influye en las decisiones sobre la construcción? Y el gremio de alquimistas no es democrático, a diferencia del gremio de albañiles, así que no podés cambiar su administración. Y el mayor incentivo económico, casi exclusivo, del gremio de alquimistas, es convencer al gremio de albañiles que hay cosas más importantes que construir buenas casas.
El gremio de alquimistas es una metáfora a los círculos científicos y la academia. Y poner de patitas en la calle a todo el sistema académico y docente, privatizarlos, no sería una solución.
Porque en el último siglo la mitad de la población, gracias a la acción educativa del gremio de alquimistas (que también está esta función en la constitución de la ciudad) volvió a la mitad de tu población satánica, así que jamás vas a poder obtener la mayoría de votos en las elecciones del gremio de albañiles para que suba una administración que quiera cortar los lazos parasitarios con el gremio de alquimistas.
El gremio de albañiles no puede imaginarse cómo funcionar sin hacer apología al sacrificio de bebés a Satanás. Ya se olvidó que hubo una época en que funcionaba sólo para hacer casas.
En fin ¿Vos realmente podés pensar que un gremio que obliga a sus clientes a serlo, cuyos albañiles no tienen decisión dónde, cómo, cuándo y para quién trabajar, y cuyo control de calidad no lo hacen albañiles o siquiera sus clientes, sino un gremio autocrático, autárquico y autónomo que obtiene su pan diario preocupándose más por venerar brujas que asegurarse de que las casas sean de buena calidad, puede funcionar bien?
Básicamente y en resumen ocurre esto:
El estado terciariza la construcción de la verdad y el planeamiento de lo que debe hacer para legitimar su accionar. No es lo mismo que el estado desde adentro te encierre en tu casa y te cobre multas exorbitantes, y les enseñe a tus hijos que el sexo es una construcción social, y por ello deba hacer que las hormonas se paguen con fondos públicos, y así incentivar al sector farmacéutico, que tener a la OMS y las universidades “donde están los especialistas, los que saben, ey ey, sólo estoy obedeciendo a los hombres de ciencia, y me dicen que debo hacer esto y lo otro” justificándolo, porque quien levantare voz en contra será un anticiencia.
La academia por su parte, gana poder, influencia y dinero, teniendo todos los privilegios de ser un sector privado y todos los poderes de ser parte del estado ¿Vos ves a alguien reclamándole por la cuarentena a las oficinas de la OMS o al CONICET? No, todos se desquitaron con el gobierno. Te podés burlar lo que quieras de las feministas en el estado, pero la maquinita de producción ideológica está fuera del gobierno, y el día de mañana que subiese un gobierno que no le diera bola a la academia, se lo acusaría de barbárico. Obvio que esto también tiene su efecto negativo en la academia, pues está más preocupada en generar teorías que le den poder y dinero, que hacer ciencia.
Lo mismo con los diarios. Son de facto el ministerio de información. C5N y Crónica para el estado nacionalista, Clarín para el estado globalista, La Nación para el estado oligárquico. etc. Esto es más obvio en países del primer mundo, donde la integración del sector público al privado está más avanzado.
ADDENDVM:
Explicación larga: A brief explanation of the cathedral de Mencius Moldbug.
Explicación corta: