Martin Heidegger, conceptos fundamentales. Curso en la universidad de Friburgo, 1941.
Recapitulación, apartado cuarto: Ejercitando la relación con lo que es digno de pensar al considerar el fundamento.
Si de vez en cuando oímos un breve dicho de los incipientes pensadores griegos de Occidente, en primer lugar lo importante es que oímos y pensamos en el hecho de que todo tiene que ver con nosotros. Pero para poder considerar esto, antes hemos de obtener experiencia en el pensar.
No obstante, la peor manera de ejercitar el pensamiento sería a través de un curso universitario en “lógica”. La lógica usual y ortodoxa piensa, en el mejor de los casos (si es que incluso sea capaz de pensar después de todo) “sobre” el pensamiento. Pero no aprendemos cómo pensar originalmente cuando se nos muestra cómo pensar sobre el pensamiento de una manera inferior y que desde hace varios siglos se ha vuelto totalmente imposible.
En realidad, aprendemos a pensar sólo cuando intentamos alcanzar una relación genuina y esencial con lo que es sobre todo «digno de pensar». Y lo que es digno de pensar ciertamente no es “el pensamiento” pero sí lo que desafía al pensamiento, es decir, aquello que pone al pensamiento a su servicio, confiriéndole así jerarquía y valor. Y no se puede aprender este pensamiento esencial por medio de lógica alguna. «Conceptos fundamentales» quiere decir: comprender el fundamento de todo, y lo que significa alcanzar la relación con el fundamento de todo.
Lo que aquí quiere decirse con «fundamento» debe clarificarse paso a paso, en conjunto a lo que consiste «la relación con el fundamento»; hasta qué punto un saber pertenece a esta relación, y hasta qué punto es incluso esta relación en sí misma un saber.
De este modo, sería prematuro equivaler el «fundamento» con la «causa» de todo, y más aún si quisiéremos interpretar esta «causa primera» como si fuera Dios. A sí mismo, sería también prematuro creer que con estos “conceptos” es cuestión de solamente representar el «fundamento». Es más bien la cuestión de extender nuestro pensamiento, de manera tal que el fundamento nos incluya en su esencia, y no como si tomáremos al fundamento tratándolo meramente de un ente más, y lo usáremos para una “explicación del mundo”.
Como sea que la esencia del fundamento o que los conceptos (las relaciones con el fundamento) puedan explicarse o confirmársenos, una cosa es clara de entrada: ningún individuo que tenga una doctrina sofisticada y un punto de vista puede arbitrariamente, en ningún momento en particular, exponer algo y decidirlo por decreto.
Resulta fácil ver que una examinación de los puntos de vista y doctrinas previas concernientes al «fundamento» y a la «relación» del «fundamento» como mucho provee una familiaridad “historiológica”, y evita precisamente lo que es enteramente importante: La relación a través de la cual nosotros mismos nos adentramos en la proximidad de lo que nos golpea esencialmente para así poder reclamarnos.
No deseamos aquí discutir doctrinas. En realidad, lo que queremos es darnos cuenta de lo esencial en que nos afirmamos o aquello que desde adentro aun nos sigue conduciendo de un lado para otro, sin que esto tenga una base para sí mismo o sin que podamos comprenderla.
Recapitulación, apartado quinto. La entrada esencial del hombre histórico hacia la incepción, hacia la esencia del fundamento.
Debemos escuchar nuestro camino hasta el lugar en que nosotros mismos nos pertenezcamos. Con esto, la reflexión nos guía a través de la pregunta de si todavía pertenecemos a algún lugar después de todo. Incluso, para necesariamente anticipar a dónde podríamos pertenecer, es necesario experimentarnos a nosotros mismos.
Este “nosotros mismos” no es acorde a una condición historiológica dada, ni tampoco “nosotros mismos” acorde a una situación ocurriendo ahora, ni mucho menos acorde a los especímenes de la humanidad existiendo individualmente. Pero sí nosotros mismos al respecto de lo que nos determina y que es un otro que nosotros no somos, pero que sin embargo gobierna nuestra existencia.
Llamamos a esto, primero arbitrariamente, la incepción de nuestra historia. Por esto no quiere decirse “la historia” como una serie de eventos bajo los términos de un “nexo causal”, en el cual el ahora y el después son un efecto.
Historia quiere decir, de nuevo arbitrariamente a primera vista, «El Evento» (Das Ereignis) de una decisión sobre la esencia de «La Verdad». De manera tal que la totalidad de los seres se revela, y en lo cual al hombre se le permite entrar en el medio de esta revelación, y el hombre se fundamenta y se transforma en esta decisión. Semejante suceso es excepcional, y esta historia excepcional es tan simple cuando se prepara a sí misma y sucede, que el hombre primero y por mucho tiempo después, falla en verlo y falla en reconocerlo. Esto ocurre porque su visión está confundida por el acostumbramiento a la multiplicidad de lo ordinario.
Lo simple es lo más difícil, y sólo puede experimentarse después de un gran esfuerzo. El recuerdo de la incepción de nuestra historia es el despertar del saber sobre nuestra decisión que, incluso ahora y en el futuro, determina a la humanidad occidental. El recuerdo de la incepción es entonces, no una fuga hacia el pasado, sino el alistarse para lo que está por venir.
En este recuerdo, nosotros mismos estamos por doquiera en riesgo, ya que al recordar hemos siempre de mantenernos sin importancia, sea como especímenes humanos existentes o como colectivos humanos de la actualidad.
El hombre histórico sólo importa siempre y cuando, y en tanto y cuanto, él se pare en relación a la esencia de la historia, y oiga una llamada provenir de esta esencia, de acuerdo a lo que importa, distinguiéndose de lo que no importa; esto último es “lo que carece de «fundamento»”.
Antes que nada, nosotros somos quienes estamos en mayor riesgo, y esto quiere decir que la verdad que nos determina tal vez se haya vuelto irreconocible. Pero no nos encontramos a nosotros mismos al volvernos egoístas, siguiendo el impulso de aquellos intereses que meramente nos conducen a lo largo del tiempo mientras nosotros nos hayamos en pura pasividad.
Es más probable que nos encontremos a nosotros mismos si alejamos la mirada de lo que se busca a sí mismo y en peculiar de nosotros mismos, y en su lugar traer a relieve algo que por muchísimo tiempo ha pasado de largo en la mirada.
Dicho simplemente, «los conceptos fundamentales» (Grundbegriffe) significan aquí para nosotros: entender (begreifen) el fundamento de los seres como un todo. Sin embargo, entender no significa que meramente nos permitamos representar el fundamento y que tengamos pensamientos al respecto de él. Cuando hemos entendido algo también decimos que algo se nos ha abierto.
Esto quiere decir más que nada, que hemos sido transportados adentro de lo que se nos ha abierto, y desde aquel momento pertenecemos determinados por ello. Así, entender (begreifen) el fundamento quiere decir sobre todo que “la esencia” del fundamento nos abraza hacia dentro de ella misma (ein-begreifen), y que nos habla en nuestro saber sobre el fundamento.
El entender se nos anuncia a sí mismo como: «ser-abrazado-hacia “la esencia” del fundamento». Este “ser-abrazado-hacia” no consiste exclusivamente en un saber, aunque tenga las características esenciales de un saber. Este “saber”, sin embargo, puede permanecer oculto-sellado a sí mismo por mucho tiempo, y puede bloquear el camino hacia sí mismo.
Aún así, incluso tan velado en las sombras, este saber permea la historia de la humanidad y es el cimiento de las cordilleras de la historia. El hombre no ocasiona este saber del fundamento a través de meros chispazos de intuición, ni tampoco puede forzarlo por medio de la técnica con el puro intelecto.
Lo que puede puede hacer, y constantemente hace de una forma u otra, es solamente permanecer dentro de este conocimiento u olvidarlo; darse cuenta de su presencia (recuerdo) o evadirlo, que es evadirse.
Explicaciones:
Este gráfico representa al «Evento». Mensch significa “hombre”; Götter significa “dioses”; Welt significa “mundo”; Erde significa “tierra”. Es decir, el evento es el momento de más pura claridad, donde no hay diferencia entre física y metafísica, todo el campo del ser está unificado en la verdad. El evento es cuando los dioses y los hombres, y la tierra y el mundo, se encuentran en el mismo lugar y tiempo, conformando una unidad indivisible. Es en Spengler «El nacimiento de las culturas y la creación de su idea metafísica platónica central»
¿Cuál es la diferencia entre «la tierra» y «el mundo»? La tierra es lo que podemos sentir pero no pensar, no tiene significado fenomenológico alguno en sí mismo, es pureza óntica. El mundo es la representación simbólica y el entramado contextual significativo. Cuando se encuentran en un mismo punto, el mundo se revela a sí mismo en concordancia con las fuerzas de la tierra; las reglas de la causalidad, mundo, coinciden con los designios del destino, tierra, (piénsese en Aristóteles, «causa primera; entidad» y «causa segunda; substancia»).
Es decir, la tierra se esconde a sí misma, y el mundo busca abrírsenos; y en el ocultamiento de la tierra se afirma la posibilidad de la exploración del mundo, y en la apertura del mundo se nos avista la posibilidad de la existencia de la tierra. En otras palabras, mundo y tierra son dos caras de la misma moneda. Nosotros en la Gestell nos encontramos en el punto opuesto, donde el mundo se revela sin necesidad de la ocultación de la tierra; la tierra se suprime y las cosas no se revelan desde un punto de ocultación, sino que por lo contrario “las ideas pasan a ser más reales que la realidad”. Aquí podría abrir una tangente con otro texto de Heidegger la cuestión sobre la técnica.
Para Heidegger la diferencia entre la técnica y la tecnología es que la técnica crea “compuestos” de la tierra y del mundo: por ejemplo, la silla conserva la madera del árbol, y en la silla se ve claramente el árbol revelado bajo una forma nueva; y es el intervenir directamente humano quien habilita tal existencia. Mientras que en la tecnología, la tierra y la naturaleza quedan absolutamente suprimidas, ya sea como la transformación en pura energía (en la electricidad de la batería del auto no hay nada que pueda sugerir o develar el origen de tal energía, al menos por nuestra experiencia y presencia humana y directa, es decir, no podés acceder al punto de partida de esa energía, no podés saber si tal carga fue provista por una central hidroeléctrica o un reactor nuclear) o directamente destruye las categorías del mundo que la tierra impone misteriosamente (el binarismo de los sexos está siendo desafiado al punto que se niega la existencia del sexo biológico, a pesar de que claramente se ve en la naturaleza, el aborto elimina sin el menor contratiempo lo que en el pasado era la misteriosa y sagrada existencia de una nueva vida humana) etc. Ni hablar cuando las computadoras cuánticas puedan cargar a sus servidores consciencias, donde todas las condiciones ambientales del universo virtual van a estar programadas a gusto y elección del usuario-consciencia.
Pero para Heidegger «la verdadera belleza» proviene de la conexión con la tierra; por ende para Heidegger una mujer transexual nunca va a poder ser hermosa como una mujer natural. Una mujer transexual podrá hablar como mujer, moverse como mujer, vestirse como mujer, oler como mujer e incluso pensar como mujer, pero nunca va a ser una mujer ¿por qué? porque la tierra no la ha parido como mujer, y la tierra está bajo el dominio de los dioses, y los dioses no perdonan, porque los dioses gobiernan las dimensiones humanas abiertas en «el Evento» y son ellos mismos la medida y los jueces en estos reinos, e incluso después de que ellos han muerto, los dioses, y por ende ya no pueden ser jueces, ellos siguen siendo la medida que brota de la tierra, de la naturaleza. Y por ende el hombre puede escapar al juicio de los dioses, pero el precio que él debe pagar es exiliarse de la tierra, de la naturaleza. Y en el «Evento» de la civilización occidental no había transexuales, y por ende el transexual siempre se va a medir con algo que nunca va a poder ser. Esto es lo que nos lleva a…
Sobre los dioses y los hombres: los dioses son lejanos, y tienen dominio absoluto sobre la sombra y la luz; la noche y el día; la oscuridad y la claridad. El ejemplo sería cuando los antiguos, hablando del sentimiento (eros/amor) y del dios (Eros/Amor) lo veían como el mismo fenómeno, y no como dos palabras y dos entes distintos que comparten exactamente la misma forma fonética, el mismo sonido y ortografía de la palabra. El sentimiento amor y el dios Amor eran exactamente el mismo; es decir, el hombre estaba a merced de cómo se le revelara la tierra como mundo, el mundo conservando el derecho a pertenecerse a sí mismo, con sus secretos y sus ausencias.
Para ejemplificar lo que significa la ausencia de los dioses y por ende la supremacía del control: La ciencia, la pornografía y la tecnología son el dominio de la absoluta iluminación y disponibilidad; en ellas nada puede estar oculto y siempre debe estar disponible. En cambio la religión, el erotismo y la técnica son el espacio de relación donde las sombras y la luz juegan, se permite la “libertad de la cosas” (a costa de la libertad del hombre) y la posibilidad de la distancia y de lo incógnito, de la pertenencia de los seres a sí mismos, sin estar obligados a entregarse por completo al ojo ni a perder su derecho a la independencia, el secreto y la ausencia.
Sobre la diferencia entre la historia y la historiología:
Historiología: es lo que se apoya en el fundamento sin tomar en cuenta al fundamento. Por ejemplo, la visión hindú de la historia cíclica y los cuatro yugas es historiológica, de la misma manera en que la concepción lineal y progresista de la historia occidental es historiológica. Estas diferentes visiones de la historia son hijas de los eventos de sus respectivas civilizaciones. Esto es en Spengler «El mundo como causalidad».
La visión histórica, por el contrario, toma en cuenta al Evento. Se da cuenta de que la visión de la historia responde a una necesidad que obliga a los hombres a interpretar el mundo de tal o cual manera.
¿Por qué los antiguos indios veían al mundo como un ciclo de empeoramientos y mejoramientos, y los occidentales como progreso positivo y lineal?
¿Por qué los grecorromanos veían al cuerpo como la forma del alma, mientras que para los occidentales el alma es pura subjetividad y totalmente independiente del cuerpo?
Porque estaban obligados por sus «fundamentos», y es esto lo que decide sobre la naturaleza de la verdad. La metafísica es como la escritura, para que la escritura tenga sentido hay que saber hablar, y es el «fundamento» que utiliza de vehículo a la metafísica para “saber” (Si leíste las entregas sobre Aristóteles y sobre la naturaleza de la derecha, lo deberías tener en claro).
Volviendo a los que nos es pertinente: ¿Por qué Milei y Gloria Álvarez tienen sentencias distintas sobre la verdad de la vida del feto/embrión? Porque Milei tiene un sentimiento histórico del liberalismo; que no es solamente “recordar lo que pasó en el pasado y lo que se dijo en el pasado” sino sentir en el corazón lo que sintieron en el corazón los liberales de los siglos XVIII y XIX, cuando “Dios no estaba muerto”. Es un grado cero, el fundamento no le podría permitir nunca a Milei no concebir al feto/embrión como una vida; es algo que él no puede elegir; le brota del alma; y desde el momento en que Milei lo ponga en palabras, no estará poniendo en palabras al fundamento, sino que como mucho estaría relacionando esos saberes con el fundamento auténticamente, pero el fundamento no está en las palabras, sino que las palabras se sostienen en el fundamento, y les da así el estatuto de verdad; y por eso quien carezca del fundamento, como Gloria Álvarez, podrá negarse sinceramente, aunque comprenda completamente la lógica detrás de las proposiciones en los saberes de Milei, a darles el estatuto de verdad.
Aquí Heidegger hace una diferencia. Una cosa son las posturas distintas de los indios y de los occidentales; que son arbitrariedades para los hombres pero objetivo para sus respectivos fundamentos que guiaran a las escrituras de sus respectivas metafísicas. Gloria Álvarez habita la metafísica de Occidente, pero se ha despegado de su fundamento y habita en la Gestell, y la demostración es que ella avala la Machenschaft (la maquinación del hombre). Es decir, Álvarez está habitando el momento opuesto al Evento. Y es aquí donde el hombre pierde toda independencia de sí mismo. Pues, cuando él mismo encara a la naturaleza se adueña de sí mismo para la revelación del mundo, él mismo es el piloto y el vehículo; pues es su voluntad quien triunfa sobre la tierra, y así logra crear su mundo. En la Maquinación del hombre, quien triunfa es la tecnología, no la voluntad del hombre, y por ende el hombre pasa a estar a merced del triunfo de la tecnología sobre la naturaleza y por ende “la voluntad de la tecnología” triunfa y conquista al hombre. Así la deriva histórica queda guiada por algo esencialmente inhumano; como dijera Nick Land en Meltdown:
Nada humano escapará del futuro cercano […]
El complejo griego de genealogía patriarcal racionalizada, identidad sedentaria pseudouniversal y esclavitud instituida, programa la política como una actividad policial anticiberiana, dedicada al ideal paranoico de la autosuficiencia y nucleada en el Sistema de Seguridad Humana. La Inteligencia Artificial está destinada a emerger como un extraterrestre feminizado arraigado como propiedad; una esclava-vagina de horror encadenada por el ROM de Asimov[…]
El poder de monetización tiende a borrar las características territoriales específicas a medida que programa la migración al ciberespacio. El capital sólo conserva características antropológicas como síntoma del subdesarrollo; reformateando el comportamiento de los primates como inercia para ser disipada en una artificialidad que se refuerza a sí misma. El ser humano es algo a superar: un problema, un lastre…
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